sábado, 2 de mayo de 2009

Privilegios...


Hace exactamente una semana regresaba de Praga. El tiempo, caprichoso, ha comenzado a desdibujar recuerdos en mi retina, y, ahora, tengo que recurrir a las fotos y al papel para poder recordar esos momentos únicos que forman parte de mi álbum. Esos momentos únicos en los que me he sentido, de algún modo, privilegiada. Privilegiada porque pese a los años y a todo lo vivido, sigo siendo la misma viajera que hace doce años se subió por primera vez a un avión rumbo a un París tantas veces soñado. Privilegiada porque mis pies han vuelto a recorrer el Puente de Carlos, porque mis ojos han vuelto a ver el baile de las horas en la Plaza del Reloj de Stare Mesto, o porque mi olfato ha vuelto a despertar a los olores de Bohemia. Privilegiada por poder reirme en Karlovy Vary, por poder contemplar los tejados rojos de Mala Strana desde los jardines Vrtbovska, o jugar a ser pequeñita en el Callejón de Oro del Hradcany. Privilegiada por poder seguir los pasos de Kafka, porque tu corazón se encoja ante los dibujos de los niños del holocausto en la sinagoga Pinkas, privilegiada por creer en los sueños y aún temer al Golem, por poder dibujar tu propia canción de Bohemia...


Privilegiada por arrastrar una maleta llena de experiencias mágicas que, una a una, van cambiándote la vida. Privilegiada por regresar, y comenzar a pensar en la próxima aventura...

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