jueves, 12 de febrero de 2009

"Y pienso en mi boca y tu intención..."


Escuchando una canción de Amaia Montero que, inevitablemente me traslada a un momento concreto de mi vida, después de una tarde azul al fin, y, mientras navegaba por la red sin saber muy bien en qué puerto pararme a descansar, "casualmente" he encontrado la respuesta a una de esas preguntas que vienen de mi mano desde hace ya tiempo.

¿Por qué tienes la sensación de que algunos acontecimientos acaban de suceder y otros han sucedido hace mucho tiempo aunque ese no sea el orden temporal real?


La respuesta parece estar en el "tiempo psicológico". Quizás no podamos regresar al pasado, pero al menos si podemos hacerlo de modo psicológico reviviendo determinados momentos con la misma intensidad con la que sucedieron. Así, al revivir lo que sentías en ese momento, al traerlo a tu vida, y hacerlo presente, parece que la cercanía temporal es mayor. Supongo que es eso lo que sucede con esos instantes arquetípicos que todos hemos vivido alguna vez: ha sido tal su brillo, su intensidad, su luz, que, de algún extraño modo, algo de tí se ha quedado enganchado, y, aunque sabes el coste energético que te supone, no puedes evitar volver una y otra vez a ese momento, a revivir hasta la saciedad detalles tan pequeños como un suave roce en tu espalda, una palabra, una sonrisa, o aquel cartel que había en el baño...Lo peor, darte cuenta de que, pese a todo, aún no te has perdonado...

jueves, 5 de febrero de 2009

Mil grullas...


Sobre el poder y la fuerza de lo que se desea de corazón...


Una niña japonesa, llamada Sadako Sasaki y nacida en 1943, tenía sólo dos años cuando cayó la primera bomba atómica sobre Hiroshima, el 6 de agosto de 1945. En 1955 le diagnosticaron una leucemia causada por la radiación a la se había visto expuesta. Conocía una vieja leyenda japonesa, según la cual todo aquel que plegara un millar de grullas de papel vería materializado su deseo más profundo.

Sadako empezó a pegar las grullas y completó más de mil antes de su muerte el 25 de octubre de 1955, con sólo doce años de edad. Su conmovedora historia hizo que se levantase, en 1958, un monumento en su honor y en el de todos los que sufrieron como resultado de las bombas atómicas. La estatua de Sadako con una grulla de oro sigue en pie en el Parque de la Paz de Hiroshima con la leyenda " Este es nuestro grito. Esta es nuestra oración. Paz en el mundo"

Todos los años, gente de todo el mundo pliega grullas de papel y las envía al monumento de Sadako en Hiroshima.


Hoy pliego mi primera grulla...