viernes, 31 de octubre de 2008

Samhaim...


31 de octubre, Samhaim; año nuevo de las brujas. Celebración de la oscuridad. La luz deja paso a la sombra, pues para entender y valorar la luz es necesaria la sombra. Se dice que esta noche lo imposible se hace posible, ya que el velo entre los dos mundos es más fino que nunca. Los que se fueron, regresan. Por eso es bueno dejar encendida una vela, para iluminar su camino.
Aunque en casa es costumbre hacerlo el 24 de diciembre (ya se sabe…) esta noche dejaré dos velas encendidas en el alfeizar de la ventana: una por el ángel de la guarda con las alas más grandes del mundo, y otra por el espíritu más puro que he conocido nunca, quien me regaló la Tradición a trocitos de amor, en noches de invierno al calor de la chimenea.


Feliz Samhain, y mucha, mucha fuerza para afrontar este tiempo.

domingo, 26 de octubre de 2008

Me hago pequeñita...


Un aeropuerto. Despedidas. Y esta vez no soy yo la que me marcho... Mi mirada se pierde entre los viajeros, imaginando historias, queriendo ser uno de ellos, arrastrando mi maleta con la mejor de mis sonrisas y las esperanzas intactas, como siempre... En el panel de vuelos, esta tarde, Roma Ciampino queda demasiado lejos... Vuelos que despegan... Y regresamos a casa. El cielo se ha puesto del color más rosa que he visto jamás, y en la radio, suena una canción de La Oreja que hace un poquito de daño... Alguna lágrima se escapa...Porque tú también quisieras ser la chica de ese tren, con él sentado enfrente, viéndolo bostezar cada mañana... Tú también quisieras que él te cogiera la mano, y sonriera al verte temblar de emoción... Llego a casa. Nadie me espera. Un extraño nudo en el pecho al cerrar la puerta tras de mí...Llamo a mi madre para decirle que llegué bien, y esas cosas que se dicen a las madres cuando vuelves de un viaje y que tantas veces esconden la verdad... Decido encender unas velas y darme un baño...Me escondo en el agua caliente, deseando que su imagen se convierta en recuerdo y se diluya en el vapor... Y entonces lo siento, el miedo...Miedo a no ser la chica de ese tren y no poder ponerme mi mejor vestido para arrojarme a sus brazos al llegar a la estación, miedo a no saber esperar, miedo a no poder esperar, miedo a no poder echarle de menos, miedo a no volverle a ver... Un extraño miedo se apodera de mi garganta... Esta vez si estoy temblando al pronunciar su nombre, haciéndome más pequeñita con cada lágrima, con cada suspiro, con cada minuto que pasa...
P.S. Lo sé, no he cumplido mi promesa...

miércoles, 22 de octubre de 2008

Iluminando...



Ayer llegué de Bilbao, de un curso de esos de "cómo tratar al cliente g... que siempre llega a las 19.55 a la oficina", que ha servido para conocerme un poco más, no sólo en mi trabajo, sino también como persona y para recordar la importancia de las palabras y, sobre todo, del silencio y la comunicación no verbal, de lo que no se dice... He aprovechado para pasear por el Guggenheim, para "pintxar" por el casco viejo, para romper con la bendita rutina y oxigenarme... La cuestión es que, como de costumbre, al llegar a casa, abrí el correo y encontré un regalo que quiero compartir. Un cuento de esos que vienen bien ahora que se acerca la época oscura...


Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que cierta noche iba caminando por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y súbitamente lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces le dice:


- ¿Qué estás haciendo Guno, tú que eres ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves...


Entonces el ciego le responde:


- No estoy llevando la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino al verme a mí...
de Jorge Bucay.

martes, 14 de octubre de 2008

De qué sirve llorar...



De fondo "Copenhague" Vetusta Morla

Sucede a veces que uno, simplemente, tiene ganas de llorar. Sin motivos reales, o al menos aparentes, algo te oprime el pecho, te aprieta el estómago y sabes de forma intuitiva que la única forma de liberarte de esta desagradable sensación es llorar. Pero te resistes, extrañamente te resistes, quizás porque en el mundo moderno nos hemos olvidado de guardar un espacio para las lágrimas que no tienen sentido. Todo va tan rápido que no somos capaces de atender nuestras verdaderas necesidades, y entonces surgen mil sensaciones que no aciertas a comprender, pero que están ahí, reclamando tu atención, aunque no seas capaz de adivinar su verdadero significado.




En esos momentos es cuando debes hacer acopio de valor, dejar volar al pájaro que aprietas entre tus manos y volver a creer que todo, absolutamente todo, tiene un sentido. Permitirte ser libre por un instante, entregarte a lo que sientes tal y como lo sientes, sin buscar explicaciones más allá...
Feliz cumpleaños, mamá...

miércoles, 8 de octubre de 2008

Aprendiendo a bailar...


Esta tarde, al llegar a la oficina, me encontré con una frase en la intranet que decía: "la vida no es esperar a que la tormenta pase, sino aprender a bailar bajo la lluvia..."


Aprendemos a bailar bajo la lluvia cuando en momentos de incertidumbre, creemos más que nunca en nosotros y en nuestros sueños.

Aprendemos a bailar bajo la lluvia cuando todo es oscuro y nos esforzamos por seguir brillando.

Aprendemos a bailar bajo la lluvia cuando no nos dejamos arrastrar y segumos siendo fieles a nosotros mismos.

Aprendemos a bailar bajo la lluvia cuando no dejamos que la desesperanza entre por la ventana y preferimos mirar hacia delante aunque tan siquiera podamos vernos los pies.

Aprendemos a bailar bajo la lluvia cuando aceptamos y agradecemos, aunque en ocasiones cueste aceptar y agradecer.

Aprendemos a bailar bajo la lluvia cuando disfrutamos de cada gota, porque sabemos que después de cualquier aguacero, siempre, siempre, acaba saliendo el sol...

jueves, 2 de octubre de 2008

Santa Lucia - Lido 08 de noviembre...

Suena Fergie "Finally"


Llevaba tiempo queriendo escribirle. Quizás usted no se acuerda de mí, aquella chica de mirada perdida que viajaba en el vaporetto número 1 una fría tarde de noviembre de hace casi dos años, pero yo no he podido olvidarme de usted ni de sus palabras. Me dijo que no perdiera la esperanza...Justo en el momento en que lo daba todo por perdido, en el que la niebla no me dejaba ver más allá de mis propias lágrimas, apareció de la nada y simplemente me dijo que no perdiera la esperanza. En aquel momento se me acababa de hacer un agujero en el alma, me invadía la mayor sensación de pérdida que he sentido jamás, lloraba sin querer dar sentido a mi tristeza...Todo era tan irreal...y, sin embargo, estaba ocurriendo... Cerré los ojos queriendo volver atrás, sin conseguirlo, resignándome a entender que el tiempo sólo avanza en una dirección. Quise que volviera a brillar la luna llena...pero ya era cuarto menguante...




Sin saberlo estaba negándome a aceptar la importancia de lo que había sucedido, negándome a aceptar que las cosas nunca serían como antes, porque yo ya no era la misma...Culpa de Medusa, del verde, de la vida o de las intenciones no sinceras, pero me había dejado atrás. Me empezaba a reinventar, a punto de renacer de entre las cenizas de la que había sido...




Me dijo que no perdiera la esperanza...En el momento preciso. y sujeté sus palabras fuertemente entre mis manos...


Grazie, Signore.