lunes, 29 de marzo de 2010

Temblando...


Ya lo dice la canción de Revolver “todo aquello que no tiembla no está vivo”, así que yo debo estar muy pero que muy viva, porque hace días que no dejo de temblar.

“Al final todo llega y todo pasa”, decía W. en su último post. Dentro de apenas un par de horas salgo rumbo Oporto. Allí cogeré un vuelo de sólo ida con destino Firenze…y sí, estoy temblando…Vale que estoy nerviosa por el viaje, por la caja que no llega, y por todos esos pequeños menesteres. Pero, aparte de todo eso, estoy asustada, extrañamente asustada.

Además, está la tristeza, la nostalgia, el tener que fijarme en cada minúscula cosa y quedarme con todos los detalles. Es difícil. Renunciar. Dejar atrás. Duele. Duele mucho…

Ayer por la noche, sin poder dormir, recordaba una conferencia a la que asistí de la alpinista Chus Lago cuando coronó el Everest. Ella decía que cuando tienes un sueño luchas con todas tus fuerzas para conseguirlo, hasta que un día, casi sin darte cuenta, ese sueño se convierte en realidad. Es maravilloso, porque es real, pero en cierto modo duele un poquito, porque te quedas huérfana de sueño, desaparece de tu mente y deja de alentar a tu corazón…

La próxima vez que escriba estaré en Firenze. Quizás colgada de la ventana de un piso cerca de la Santa Croce. Quizás paseando cogida de la mano de la esperanza, pero eso si, viviendo el sueño más grande que he podido soñar nunca...
A presto!

sábado, 20 de marzo de 2010

Tatuando momentos...


Hoy he llegado a una curiosa conclusión: mis tatuajes responden a momentos arquetípicos de mi vida. Seguramente, los que no me conozcáis mucho, estaréis pensando que no tengo ni un centímetro de mi piel libre de tintas. Nada más lejos de la realidad. Me encantan los tatuajes, pero sólo tengo dos. En parte porque creo que un tatuaje no debe hacerse por estética. Para mí, debe hacerse porque represente algo muy importante para ti, un símbolo, un principio, no sé, algo inmutable…al fin y al cabo es para toda la vida…


Mi primer tatuaje es una media luna creciente que llevo en la espalda. Me lo hice al poco de comenzar con este blog. En parte por el símbolo que llevaban las sacerdotisas de Avalon en la frente; cuando eran consagradas a la Diosa, les tatuaban el símbolo azul a la altura del tercer ojo. Soy pagana, avaloniana, celta hasta la médula, así que está claro, ¿no?. Pero hay una segunda lectura: le conocí (o re-conocí) una noche de luna llena. La luna ha marcado no sólo mis ciclos, sino los momentos arquetípicos de mi vida. Cuando le conocí aprendí a reconocerme, y decidí ser aquella que siempre había querido ser. Reverencié a lo que de Ella hay dentro de mí y me tatué una media luna azul en la espalda…


Hace apenas un par de semanas me he hecho el segundo: una frase que forma parte de una plegaria en gaélico y que me recuerda que nunca morimos, sino que renacemos una y otra vez. Ahora que me voy a vivir a Florencia, necesito de nuevo recordar quién soy y de dónde provengo. Necesito recordar que, pese a llevar volcada en esta historia más de tres años, no puedo olvidar que lo que me da la vida es aquello en lo que creo, aquello que me ha hecho ser la que soy y que enarbolo como mi bandera.


Mi nuevo tatu luce ya, casi curado, en el interior de mi pie derecho. Anuncia un nuevo cambio en mi vida y, por lo tanto, un momento de esos que puede cambiar una existencia, un intermedio… Sé que no será el último. Sé que llegará otro anuncio importante a mi vida y habrá que fijarlo para siempre en algún rinconcillo de mi piel. Siempre para recordarme quien soy, quien he sido y quien estoy llamada a ser…

domingo, 14 de marzo de 2010

Comenzando a echar de menos...


Hoy, comida con mis primos en un restaurante al lado del mar…De mi mar…del Atlántico agreste de mis melodías, del gran azul, el mar que me ha ido dando forma como a los acantilados… Un cielo azul iluminando la ría de Aldán, olor a mar, risas, conversación y la mejor compañía… Y al regresar a casa, me doy cuenta de que ya les estoy echando de menos, a ellos, mi familia, mi apoyo en momentos complicados, mi sostén en el momento más difícil de mi vida… Me costará separarme de cada uno de ellos, sé que seguiremos en contacto y que no me faltará su abrazo cada vez que regrese. Que tendré sus puertas abiertas de par en par, sus zapatos grandes, su amor incondicional esté donde esté y pase el tiempo que pase…


Es increíble cómo se puede extrañar ya sin haber cogido ni tan siquiera ese vuelo… Alguien me dijo un día que soy hija de la lluvia y que llevo la melancolía pegada a los zapatos…Sí, la morriña gallega… la morriña atlántica…una ha nacido en la tierra donde la montaña abraza al mar, donde la lluvia es poesía y se hace eterna en la piedra, donde los recuerdos se transforman en sensaciones y las sensaciones en una tristeza agradable con cierto sabor dulzón… Una ha nacido en una leyenda celta, en una gran lubre mágica con sabor a cuento y danzas ancestrales, en tierra de trasnos, mouros y castros…


Ahora he decidido cambiar mi verde por el sepia, mi mar azul por el ocre y la tierra, la vista del sol poniéndose tras las Islas Cíes, por el atardecer desde el Piazzale, las tardes junto al puerto por un paseo por la Signoria, el amanecer desde el puente de Rande por ver salir el sol desde el Vecchio… pero sobre todo he decidido cambiar la comodidad de mi día a día por el riesgo de una aventura que está aún por escribir…Deseadme suerte, aunque hay quien dice que la suerte sólo está en tu interior…

lunes, 8 de marzo de 2010

Huir hacia adelante...


Confieso que a veces me gustaría huir hacia atrás. A cuando todo era sólo un sueño. Ahora el sueño se ha hecho realidad y, aunque me seduce inmensamente, también me asusta.



El miedo es como el monstruo ese que sale en la tele, en un anuncio de coches. Ese que crece con cariño; cuanto más cariño le das, más crece, hasta que no cabe en ningún sitio. El miedo crece con algo parecido al cariño, crece con la atención. Cuanto más atención le prestas, más y más crece, hasta que lo ocupa todo. Teniendo en cuenta que sólo puedo llevarme dos maletas de quince kilos cada una, mejor me irá desterrar el miedo cuanto antes…



Hay una frase en la película “Código 46” (os la recomiendo, sin duda) que refleja más que bien esto que estoy intentando explicar. Dice: “Huimos cuando tenemos miedo, nos lo ordena nuestro instinto, la adrenalina corre por el cuerpo, los músculos se contraen, el corazón late más deprisa y huimos… Huimos para salvar nuestra vida, huimos para ponernos a salvo hacia nuestro hogar, nuestra familia, nuestros seres queridos…”
Pero en ocasiones sucede que, la única forma de salvar nuestra vida es huir…hacia delante. Cerrar los ojos, contar rápido hasta tres y lanzarte al vacío. Como alguien me dijo ayer: “ahora, a meter quinta y hacia delante”. Esa es la única opción que contemplo ahora. Huir hacia delante, evitar mirar demasiado por el retrovisor, porque ya se sabe que llevo la morriña pegada a los zapatos, y volver a creer en la posibilidad de alcanzar la línea del horizonte de cada uno de mis sueños...