sábado, 28 de mayo de 2011

Walk On The Ocean...



"Somebody told me

hat this is the place

where everything's better,
and everything's safe."


Ayer, conversación intensa con Isolda a partir de un recuerdo. Y otra vez la eterna pregunta: si hubiésemos, en un momento insignificante en apariencia, tomado otra decisión, cogido otro camino…¿cuanto no hubiera cambiado nuestra vida? ¿Cómo decir si en lugar de no, o ir a la derecha en lugar de a la izquierda, podría haber hecho que hoy nos encontrásemos en un punto totalmente diferente de nuestra existencia?


Ella me recordaba una serie de televisión, en la que el protagonista tiene el don de poder viajar al pasado, y como todo lo que allí cambia repercute en su presente y en su futuro, dibujando un panorama totalmente distinto para él y para los demás.


Quizás sea así, quizás no se nos permite regresar al pasado porque esto es lo que tiene que ser ahora, y correríamos el riesgo de modificar conductas, de tomar decisiones diferentes que quien sabe como podrían afectar a nuestras vidas…


Es complicado y asusta tomar conciencia de la importancia de tus decisiones. De tus pequeñas decisiones. Sobre todo para aquellos que creemos en el destino, se hace difícil ser consciente de la necesidad de acertar cuando depende de ti dibujar un camino, al menos en apariencia. Aunque quizás sólo sea una ilusión, y todo esté ya escrito, no conocemos lo que sucederá en el futuro, así que, aparentemente es nuestra responsabilidad elegir el camino correcto, o al menos, el que creemos que es el correcto.

Esa sensación da vértigo. Es como si toda tu ligereza desapareciera y tomaras conciencia de tu propio peso. Hace un par de días que convivo con esa sensación. En poco tiempo, tendré que tomar una decisión que podría cambiar totalmente el resto de mi vida a medio plazo. O no. Pero existe esa posibilidad.


Existe la posibilidad de que mi vida sea totalmente diferente según lo que escriba en un papel…y me siento como si caminara por el océano, sin saber con que olas me enfrentaré, si podré salvarlas, o que barcos me auxiliarán en mi travesía. Se que es exagerado, pero siento como si todo empezara a girar de nuevo a raíz de ese momento. Y me seducen las cosas nuevas, y los retos y los futuros por construir, pero me asusta, porque mi presente es aburrido, quizás, pero sereno y seguro, y no encuentro otro lugar donde todo sea más seguro ahora.

El océano no es seguro. Mi pequeña charca de nenúfares si lo es. Limitada, limitadora, pequeña, aburrida en ocasiones y totalmente explorada. Pero segura. El océano es inmenso, lleno de nuevos desafíos, retos y aventuras. Desconocido. Lleno de oportunidades para conocer, aprender y acercarte a otras realidades. Pero no es seguro. Y no queda más remedio que aprender a caminar entre las aguas…Y confiar…

jueves, 19 de mayo de 2011

"Ágora" o un canto a la esperanza

Después de ver “Ágora”, de Alejandro Amenábar, por segunda vez, se me ha instalado de nuevo en la mente una idea bastante recurrente en mi travesía: como la falta de tolerancia y respeto de unos pocos (los de casi siempre) basta para impedirnos al resto vivir en armonía. Como en nombre de algún dios que quizás ni siquiera conozcan, se creen con la fuerza y la autoridad legítimas para destruir en lugar de crear, para fomentar el odio en lugar del amor.



En la película, el fanatismo de los cristianos (hoy llamados Iglesia Católica) es suficiente para destruir no sólo siglos de conocimiento y sabiduría, sino, y más importante aún, la posibilidad del ser humano de vivir en paz y armonía, como iguales, como hermanos, independientemente de los dioses a quienes dirijas tus oraciones.
A veces pienso que si Jesús, para mí un personaje histórico excepcional, ejemplo de concordia y comprensión, que compartió su vida con paganos, judíos,…personas de toda creencia y condición, volviera a la tierra, le aterraría ver las cosas que en su nombre se han hecho a lo largo de la historia, no para proteger su legado (lo que sería igualmente ilícito), sino sólo para proteger el poder del imperio más grande jamás construido sobre una mentira.



Si él paseara por una ciudad cualquiera, en una tarde cualquiera, le daría escalofríos el ver como sus enseñanzas se han convertido en un discurso preocupado solamente de amedrentar a los que osan levantar la voz en nombre de la sabiduría y de la tradición, cualquiera que sea.



¿Acaso estaría Jesús agradecido a los que borraron de la historia a tantas mujeres, y sobre todo, a la que él eligió como compañera y depositaria de su herencia, haciéndola pasar de sacerdotisa a prostituta? ¿Acaso le gustaría ver como tantas personas han sido condenadas a muerte sólo por pensar y creer diferente, por proteger el legado que sus antepasados le regalaron? ¿Acaso le agradaría ver como las reuniones de sus mal llamados ministros se han convertido en asambleas de ricos y poderosos sólo al servicio de su propio ego?
Francamente creo que no. No le gustaría ver como durante siglos y siglos se ha asesinado a esas personas diferentes con las que él quiso enseñarnos a convivir en armonía. No le gustaría ver como su supuesta iglesia, cuando se queda sin argumentos para discutir, califica a los que creen y piensan diferente, esos de quien han cogido sin permiso su calendario y sus ritos, de satanistas y brujos negros. No le gustaría ver como esa guerra santa que hoy tanto nos asusta del Islam, ha sido practicada durante años y años por esos a quien él quiso llamar hermanos.



Me agrada darme cuenta de que hoy no tengo que callarme por miedo a pensar diferente y acabar en la hoguera o en una cárcel de la “santa” inquisición, sino que hasta puedo alzar la voz por todos aquellos que no pudieron, y decirle a aquellos que se creen en poder de la única verdad que, desde mi manera de ver y creer, les respeto y soy capaz de convivir con ellos en armonía.




Me agrada decir que he elegido ser quien quiero ser y creer aquello en lo que quiero creer, porque el manto negro de la ideología del miedo no hace ya mella en los espíritus libres.



Así que, hoy me atrevo a cantar, con el sonido del viento como única compañía que aún estamos a tiempo de recuperar la esperanza, de aprender a ser un poco más tolerantes, sobre todo con aquello que desconocemos y que por ello, nos provoca tanto miedo. Me gustaría invitar desde aquí a conocer antes de juzgar, a acercarse a las creencias con respeto y con la mente y el corazón abiertos de par en par.



Lo sé, soy una soñadora. Más que eso, una utópica sin remedio, pero creo que aún es posible restaurar la esperanza…para todos.



Que los dioses, los de cada uno, los de todos, permitan que así sea.