jueves, 27 de agosto de 2009

Una de vampiros...



No se si tiene algo de ver con el “fenómeno Crepúsculo” o con la reposición, de madrugada, de una vieja serie de televisión, pero este mes de agosto he vuelto a engancharme a los vampiros. Más bien a ese halo romántico, de ser solitario, de criatura bohemia de otro tiempo que tiene un vampiro: alguien que vive bajo la luz de la luna, que anhela estar vivo aún siendo inmortal, que quisiera sentir por un momento un escalofrío atravesando su cuerpo de cera…




A veces creo que yo llevo casi tres años siendo un vampiro: alguien me mordió en el cuello una noche de luna llena y me concedió, con ello, el “regalo” de la inmortalidad. Nací a una nueva vida y renuncié a la que tenía antes. Ahora vivo en la sombra, adoro la luna y me encanta la soledad. Vago por una ciudad sin nombre, madrugada tras madrugada, intentando que él, y la ciudad misma, me devuelvan el alma. El alma que se quedó allí, apoyada en una pared, mientras mi cuerpo y lo que quedaba de mí nos mezclábamos con la niebla. El alma que anhelo recuperar, restaurar poco a poco como un viejo libro, con mimo, con parsimonia, con dedicación exclusiva…




Sé que pronto regresaré a buscarla: que debería tratar de recuperar lo que dejé de mí y de que todo vuelva a su sitio. Pero sé que, en las noches de luna llena seguiré anhelando que él se descuelgue por mi ventana, que me acaricie despacio y poder perderme en su mirada para siempre. Sabe que está invitado, que siempre lo estará. Los vampiros no pueden entrar si no les invitas. Yo invité a este vampiro con alma hace tiempo a formar parte de mi día a día. Y pese a todo, así quiero que siga siendo…per sempre…

martes, 18 de agosto de 2009

Un segno di Dio?


Os dejo lo que aparece escrito en la contraportada del nuevo libro de Angela Becerra que esta mañana, por causalidad, ha salido a mi encuentro para volver a mostrarme, sólo a través de un nombre propio y una ciudad, ese camino de baldosas amarillas que he dejado de ver con claridad. Sin apenas abrirlo, y deseando que llegue esta noche para sumergirme en él, ya puedo atisbar lo mucho que me identificaré, una vez más, con el personaje femenino y principal de la historia. Os iré contando...


" Tras sufrir un grave accidente, Ella no vuelve a escribir. Derrotada y perdida,emprende un viaje a Firenze en busca de una fascinante historia que le contó su padre y que quiere convertir en novela. En su afán por sentirse viva, crea un enigmático y silencioso personaje, La Donna di Lacrima, que recibe en su soberbio ático de la via Ghibellina a hombres que le cuentan su vida y adoran su cuerpo y su silencio. Nadie reconocerá en ésta a la solitaria y triste escritora que restaura libros y visita cada tarde a las siete la antigua librería del Mercato Nuovo donde otro ser, un librero tan solitario y misterioso como ella, la espera..."