sábado, 20 de marzo de 2010

Tatuando momentos...


Hoy he llegado a una curiosa conclusión: mis tatuajes responden a momentos arquetípicos de mi vida. Seguramente, los que no me conozcáis mucho, estaréis pensando que no tengo ni un centímetro de mi piel libre de tintas. Nada más lejos de la realidad. Me encantan los tatuajes, pero sólo tengo dos. En parte porque creo que un tatuaje no debe hacerse por estética. Para mí, debe hacerse porque represente algo muy importante para ti, un símbolo, un principio, no sé, algo inmutable…al fin y al cabo es para toda la vida…


Mi primer tatuaje es una media luna creciente que llevo en la espalda. Me lo hice al poco de comenzar con este blog. En parte por el símbolo que llevaban las sacerdotisas de Avalon en la frente; cuando eran consagradas a la Diosa, les tatuaban el símbolo azul a la altura del tercer ojo. Soy pagana, avaloniana, celta hasta la médula, así que está claro, ¿no?. Pero hay una segunda lectura: le conocí (o re-conocí) una noche de luna llena. La luna ha marcado no sólo mis ciclos, sino los momentos arquetípicos de mi vida. Cuando le conocí aprendí a reconocerme, y decidí ser aquella que siempre había querido ser. Reverencié a lo que de Ella hay dentro de mí y me tatué una media luna azul en la espalda…


Hace apenas un par de semanas me he hecho el segundo: una frase que forma parte de una plegaria en gaélico y que me recuerda que nunca morimos, sino que renacemos una y otra vez. Ahora que me voy a vivir a Florencia, necesito de nuevo recordar quién soy y de dónde provengo. Necesito recordar que, pese a llevar volcada en esta historia más de tres años, no puedo olvidar que lo que me da la vida es aquello en lo que creo, aquello que me ha hecho ser la que soy y que enarbolo como mi bandera.


Mi nuevo tatu luce ya, casi curado, en el interior de mi pie derecho. Anuncia un nuevo cambio en mi vida y, por lo tanto, un momento de esos que puede cambiar una existencia, un intermedio… Sé que no será el último. Sé que llegará otro anuncio importante a mi vida y habrá que fijarlo para siempre en algún rinconcillo de mi piel. Siempre para recordarme quien soy, quien he sido y quien estoy llamada a ser…

1 comentario:

W. dijo...

Yo tambien opino que hay cosas que nos marcan y dejan cicatriz de forma natural y otras nos marcan y por qué no dejar constancia en la piel?
Ya sabes, yo en aquel mejor año de mi vida hasta la fecha, aquel año que viví peligrosamente y todas esas cosas, lo hice. Ahora hay un giglio fiorentino (esos que ahora estas viendo por todos lados en la ciudad) en la cara interna de mi tobillo izquierda, por si se me olvidase algun vez algun recuerdo. A dia de hoy no he olvidado ninguno, pero me siento bien cuando le veo y sé por qué está ahi.

Cuidate mucho. Cuida la ciudad. Vete alguna noche a ver el Ponte Vecchio desde los triangulitos de POnte Trinitá, vigila que la ventana de la Annunzziata esté abierta, vigila que la Sabina siga intentando escaparse de los malos en la Signoria. Ais. Gracias. De verdad.

Abrazo enorme