miércoles, 22 de octubre de 2008

Iluminando...



Ayer llegué de Bilbao, de un curso de esos de "cómo tratar al cliente g... que siempre llega a las 19.55 a la oficina", que ha servido para conocerme un poco más, no sólo en mi trabajo, sino también como persona y para recordar la importancia de las palabras y, sobre todo, del silencio y la comunicación no verbal, de lo que no se dice... He aprovechado para pasear por el Guggenheim, para "pintxar" por el casco viejo, para romper con la bendita rutina y oxigenarme... La cuestión es que, como de costumbre, al llegar a casa, abrí el correo y encontré un regalo que quiero compartir. Un cuento de esos que vienen bien ahora que se acerca la época oscura...


Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que cierta noche iba caminando por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En determinado momento, se encuentra con un amigo. El amigo lo mira y súbitamente lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo. Entonces le dice:


- ¿Qué estás haciendo Guno, tú que eres ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves...


Entonces el ciego le responde:


- No estoy llevando la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino al verme a mí...
de Jorge Bucay.

1 comentario:

Sergio dijo...

No he leído nada de Jorge Bucay, como otros autores de autoayuda tiene gente que lo adora y detractores... Gracias por compartirlo.

¡Un abrazo!