lunes, 21 de septiembre de 2009

Soy otoño...


Es extraño como puede a veces sentirse la soledad. Dentro, bien dentro, como un puño que se cierra en el centro de tu pecho. Echando de menos…quien sabe qué o a quién, pero echando de menos. Extrañando todo lo que has tenido y que has empezado a perder en un giro de muñeca injusto del destino. Y vuelves a sentir vértigo, a sentir que todo tu castillo de naipes de derrumba, uno a uno, otra vez, y tienes que sacar el valor, la fuerza y la ilusión necesaria para reconstruirlo de donde quiera que sea…


Me gustaría volver a sentarme en Oia, a ver una puesta de sol, y no pensar en nada, como hace unos días, sólo en el sol ahogándose en el mar, y no ahogarme yo en una vida que cada día reconozco menos como mía.
Siempre, cuando regresas de un viaje, dejas atrás algo de ti y, a cambio, recoges algo de la esencia de cada lugar, pero esta vez, tengo la sensación de haber dejado demasiado en Vilhada, en la Playa Roja, en Panormos o en Imerovigli al atardecer. Y más ahora, cuando todo apunta a que, en nada, tendré que tomar una decisión. De las de verdad, de esas de “qué hacer con tu vida”. Odio tomar decisiones. Me aterra equivocarme. Supongo que la clave está en seguir la guía de la intuición, esa que me ha demostrado que no falla.


Prometo hablaros de mi viaje. En otro momento. Cuando todo se calme y empiece a salir de nuevo el sol


P.s. Tanti auguri, Isolda

1 comentario:

Sergio dijo...

Tras mucho tiempo, vuelvo por estos lares. Ya tengo ganas de saber un poco sobre las vacaciones... ¡Un fuerte abrazo!