lunes, 8 de septiembre de 2008

Que Campanilla te guarde...


A Gov...


Esta noche, hace un momento, has vuelto a sorprenderme por la espalda. Como siempre, cuando estoy sentada frente al ordenador o tumbada encima de la cama con la mente perdida en quién sabe qué utopías, apareces de repente detrás de mí, me das un beso suave en la mejilla y vuelves a deslizarte por la ventana...

Me siento una suerte de Wendy atada a los pies de Peter Pan, volando rumbo a esa luna mágica que nos da y nos quita la vida al mismo tiempo, cada segundo, cada instante de esos que no entiendo ya sin tu mirada... Y aquí me tienes, detenida en un tiempo que no entiende de relojes, en un ahora y siempre que comenzó cuando aún no era quien de entender el significado de las cosas, poniendo toda la fuerza de mi corazón al servicio de un destino que no alcanzo a vislumbrar todavía. Resistiendo los envites de cada ola de soledad, de nostalgia, de noches en las que el único que encuentra hueco es el silencio, desterrando al miedo, que quiere ocupar tu lugar y compartir así mi cama...


¿Sabes? A veces se me hace difícil... Supongo que ya lo sabes, a veces me fallan las fuerzas y, como cualquier guerrero, y como tú, en ocasiones, también he tenido la tentación de tirar la toalla, dejar de caminar ese sendero de baldosas amarillas, curarme las heridas y simplemente descansar. Arrojar fuera de mi toda la melancolía que llevo en los zapatos y dejar de sentirme extranjera en mi propio faro. Pero ya no pertenezco del todo a mi mundo de lluvia, magia celta y antiguas tradiciones. Ahora soy un poco del verde de tus ojos y de las piedras que vieron nacer esta historia una fria noche de invierno... Y así quiero seguir...meciéndome en esa luna que me habla de tí hasta que llegue el sueño esta noche.




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