lunes, 24 de marzo de 2008

Alquimia...


“Salir a ver el mundo y no pasar por Sintra, es ir ciego”.

Estos días vuelvo a sentirme privilegiada por poder recorrer de nuevo rincones mágicos, palacios de cuento, pozos de iniciación, grutas hacia mi propio interior en una ciudad que me fascina. Dicen que en el “Monte da Lúa” todavía puedes ver algún horno alquímico o alguna inscripción druídica. Acabo de regresar y pondría la mano en el fuego: si hay algún lugar donde los últimos druidas y los primeros alquimistas se refugiaron, ese tuvo que ser Sintra.
He podido sentirme parte de los sueños esotéricos de Luigi Manini, recorriendo como en un viaje iniciático, cada uno de los laberintos de la Quinta da Regaleira, descubriendo esas salidas secretas que suelen aparecer cuando la oscuridad es más densa. He jugado a ser sacerdotisa de Brigith descendiendo los nueve niveles del cielo, el purgatorio y el infierno, como Dante en la Divina Comedia, hasta poner mis pies en una rosa de los vientos sobre una cruz templaria.
Masónica, templaria, esotérica, alquímica, druídica, mágica…Sintra está hecha de sensaciones y sentidos, de adjetivos que siempre se quedan cortos para describir ese pequeño lugar del que Lord Byron se quedó prendado (y yo, y tantos otros viajeros…)

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