miércoles, 29 de agosto de 2007

Carovane e miraggi


Hay paseos vitales que se asemejan bastante a ciertas travesías por el desierto. Travesías en las que crees encontrar un oasis lleno de palmeras donde descansar y hallar un poquito de paz. Pero, en muchas ocasiones, esos oasis sólo son espejismos, falsas ilusiones que, en cuanto extiendes la mano, desaparecen ante tus ojos. Llega un momento, después de soñar, vivir y caminar el desierto, en el que eres capaz de diferenciar ciertos espejismos de la realidad. Y lejos de desfallecer, como antes de todo, eres capaz de levantarte de la arena, y seguir caminando dunas y dudas hasta encontrar ese oasis que no se desvanezca en cuanto lo alcances. Seguir caminando, porque un día de primavera, te encontró, por "causalidad" un mensaje en una pequeña ciudad industrial de la Toscana. Seguir caminando porque ese día entendiste que es posible que ciertos sueños no se hagan realidad, pero que esos sueños son el verdadero motor y motivo porque el que decides echarte al desierto, correr riesgos y estar dispuesta incluso a morir de frio y sed en el intento. Seguir caminando, porque, en el fondo de tu corazón, sabes que llegará ese día en el que alcances la duna más alta de todas, y, con la ciudad a tus pies, puedas gritar que todo, absolutamente todo, ha merecido la pena

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